Repartiendo propaganda de sobre el famoso “boicot” los señores Rafael y Vicente Acevedo, padre e hijo respectivamente fueron sorprendidos por el jefe militar revolucionario de la región.
Éste, a cambio de negarse a repartir la propaganda del bloqueo económico, les prometía la libertad a cambio de “no meterse en cosas de la Iglesia” y les advertía que de no admitirlo podría costarles la vida.
“Es muy tarde ya, señor teniente, -contesta Don Rafael- para que yo cambie mi manera de pensar y de sentir. Soy viejo y siempre he sido católico. No es usted quién me convencerá para cambiar. Nunca he pensado que moriría de un tropezón. No hay, pues, que darle vueltas al asunto. Si tiene determinado algo, disponga como guste.”
Siendo miembros de la Jefatura Local de Tlaxiaco de la Delegación Regional de la LNDLR, en Oaxaca, padre e hijo fueron fusilados en Los Hornos, lugar situado en el camino que conduce de Tlaxiaco a Teposcolula, Oaxaca el día 6 de agosto de 1926.