Historia Cristera

sábado, 29 de enero de 2011

¡No digas hijo, no digas!

"Un 29 de enero cerca de Guadalajara, Jalisco; un niño de doce años fue cogido porque andaba repartiendo hojitas del boicot. Pregúntanle quién se las han dado; pero no le sacan palabra. Le amenazan con azotes y con la muerte; pero no cede. Azótanle de veras, y el niño no profiere sino gemidos de dolor. Esperan con plan diabólico, a que su pobre madre, que le busca desolada, vaya a ver si está en la cárcel. Llega, en efecto, la infeliz mujer con alimento para su hijito. Allí delante de ella azotan cruelmente al valeroso niño; pero la madre como la de los Macabeos, lo alienta a cumplir con su deber, repitiéndole entre sollozos: ¡NO DIGAS, HIJO, NO DIGAS! Acometidos de rabia infernal los sayones al verse vencidos por una mujer y un niño, quiebran los brazos al héroe de doce años, que de resultas murió". Pbro. Nicolás Marín Neguerela

sábado, 22 de enero de 2011

LOS CRISTEROS DE COLIMA II PARTE

Primera Parte

"Llegó la Comunión. Un Sacerdote bajó la Santa Hostia de la custodia, pues era necesario consumir la Santa Eucaristía. Luego las lámparas fueron apagadas. Entonces si no hubo manera de contener las lágrimas. La multitud lloraba con gran dolor. Yo vi rendirse en el pavimento en medio de la consternación general, las banderas de la A.C.J.M. y demás agrupaciones católicas en los más solemnes instantes: era la protesta muda, pero elocuentísima, nacida como de inspiración en aquellos momentos de fidelidad a Cristo y de que por él se iría aun a la muerte. Yo vi los ojos de aquellos muchachos los futuros mártires de Cristo Rey, preñados de lágrimas que en silencio corrían unas tras otras como gruesas perlas sobre sus viriles rostros. Los sentimientos del alma de cada uno de los fieles de aquella multitud los expresaba a voz en cuello: unos lloraban en voz alta, otros impetraban misericordia y perdón. Se lamentaban la ausencia de Jesús. Se lamentaba la suerte futura: ¿Que haremos sin ti Jesús? ¿Que harán nuestros hijos? ¡Ven Señor, ven, ten compasión de este pueblo que es tuyo! ¡Tu eres el rey! ¡Tu el Triunfador! ¡Ven y triunfa! ¡Vence a los enemigos! ¡Ven Señor, y no te tardes! Y desde aquel momento, suspendido el culto público, el pueblo fiel quedó huérfano. El templo sin sus sacerdotes, el altar con sus lámparas apagadas, mudos los campanarios  y el Sagrado desnudo y abierto. Cuadros semejantes hubo esa mañana del Miércoles de Pascua en todas la parroquias y lugares del Estado. En algunas partes hubo circunstancias singulares. En Comala, municipio al norte de la ciudad de Colima, después de consumido ya el Divino Sacramento el pueblo permaneció en el templo para resguardarlo de las manos sacrílegas. Un grupo de mujeres de mala vida aparece entonces en escena: lloraban a voz en cuello y a gritos confesaban su vida de deshonor y miseria. somos mujeres malas, decían, pero amamos a Cristo y daremos por Él nuestra vida y Él nos perdonará. Sólo muriendo nosotras, podrán los enemigos apoderarse del Templo. Y se apostaron en sus puertas, en defensa del templo y del altar: Era Magdalena, la amante Magdalena que bañada en lágrimas, supo estar al pie de la Cruz. La ciudad manifestó, con fe intrépida su dolor y su duelo. De lo marcos de las puertas de todo Colima -menos en los hogares de los empleados del Gobierno y de los masones-, colgaban moños negros y las puertas estaban entrecerradas. Callaron las músicas y los cantares del pueblo, y principió, con unanimidad preciosa, una vida de piedad, recogimiento, oración y penitencia, como si se tratase de un largo y piados Viernes Santo de las épocas de mas fe de los siglos ya pasados. Todos los católicos seguían haciendo penitencia. Una inmensa mayoría ayunaba diariamente y suprimía el uso de la carne, en vigilia no interrumpida. Aún los niños ayunaban y, en el Santuario del Sagrado Corazón de Jesús, con los bracitos en Cruz y corona de espinas en sus cabecitas, llevados por la Madre Rosa, religiosa Adoratriz, cantaban diariamente el Salmo Miserere que la Iglesia usa en sus días de dolor para impetrar el perdón de Dios. En los templos solitarios, sin Eucaristía y sin Sacerdote, en torno de la Cruz se reunía diariamente el pueblo a gemir su orfandad y entonar cánticos de penitencia. El pavimento quedaba, día a día regado con las lágrimas de los fieles. Se veían llegar grandes grupos de madres de familia que cotidianamente recitaban el Santo Vía Crucis. ¡Cómo lloraban a lágrima viva y como gemían en alta voz la ausencia de su Dios, la suerte propia y la de sus hijos! También en los pueblos perseveró el entusiasmo por defender su fe perseguida... Muchas veces quisieron los servidores del tirano llevarse preso al Párroco de San Jerónimo don Ignacio Ramos. El pueblo nunca lo permitió. Siempre los pueblos estaban alerta: una o dos campanadas de contraseña significaban que había peligro, que algo malo ocurría y todos dejaban sus trabajos, las casas se cerraban y se corría a la defensa de su Sacerdote. En cierta ocasión un grueso piquete de soldados se presentó a las puertas de la Casa Parroquial en busca del Párroco. El pueblo en masa se amotinó al momento, aún niños de cuatro años llevaban sus sombreros llenos de piedras para luchar contra los perseguidores en caso de que quisieran llevarse a su Pastor. El capitán, jefe de la escolta, optó entonces por la paz y regresó a la Capital del Estado sin atreverse a ejecutar la comisión que llevaba. En otra ocasión, por esta su misma actitud gallarda, fueron a dar a la cárcel muchas señoritas de las principales familias de allí. En la prisión no hicieron otra cosa que cantar y rezar. Ya cantaban sus canciones populares del boicot, ya alabanzas, ya rezaba todas unidas y en voz alta el Santo Rosario con la letanía cantada, o lanzaban el intrépido grito de ¡Viva Cristo Rey! Los enemigos ardían de rabia que desahogaban con insultos  y palabras tabernarias. Ellas perseveraban con su misma actitud"
Spectator, op.cit.T.I. págs.58-59-60-64-65   

domingo, 16 de enero de 2011

LOS CRISTEROS DE COLIMA Primera Parte

Catedral Basílica Menor. Colima, Col.


En la nueva y pequeña diócesis de Colima, regida por el más anciano de los prelados, quiso la revolución hacer un ensayo o una prueba de la aplicación de la legislación, haciendo efectiva la imposición de la obligatoriedad de la determinación del numero de sacerdotes y su registro, para después hacerla extensiva a todo el país.
La legislatura local expidió el 24 de marzo de 1926 un decreto reduciendo a veinte el numero de sacerdotes para toda la diócesis, quienes debía además registrarse en las oficinas municipales para poder ejercer su ministerio, dando diez días de plazo para efectuar el registro.


"En el Estado de Colima se asistía al ensayo general de lo que iba a ser la crisis nacional en julio. El 24 de marzo, la legislatura limitó a 20 el número de sacerdotes y los obligó a inscribirse ante las autoridades...
Las condiciones podían parecer propicias a su tentativa: pequeño estado aislado, obispo enfermo, anciano y de carácter dulce, población pacífica, gobierno omnipotente. Para la ciudad de México, el asunto valía la pena: si el clero de Colima cedía, creábase un precedente, y las demás diócesis irían cayendo en cadena."
Fue entonces cuando el venerable clero, encabezado por Mons. Francisco Anaya y el padre Don J. Jesús Urzúa, en cuerpo colegiado y con gesto de sublime heroísmo, se presentó a su anciano Obispo para decirle: Estamos todos dispuestos a sufrir y aun a morir si es necesario, antes que claudicar. Estamos prontos a echar sobre nosotros la ira de los hombres antes que entregar en anos impías los Derechos de Dios y de las almas. Será Vuestra Señoría Ilma., quien iluminado por Dios, acuerde lo conducente. Contará, ayudándonos Dios, con todo su clero. Y fue también cuando, Obispos y sacerdotes colimenses, en viril documento, manifestaron que no podían ser traidores a Cristo poniendo en manos de los hombres de la Revolución impía a su Santa Iglesia"


El día uno de abril contestó el prelado a los tiranos manifestando su absoluta inconformidad con el decreto expedido el 24 de febrero, por el cual osaban legislar sobre el gobierno eclesiástico de su diócesis.


"Delante de Dios y de todos mis amados diocesanos declaro también, que antes quiero ser juzgado con dureza por aquellos que sobre este delicado asunto han provocado mi actitud, que aparecer lleno de oprobio y de vergüenza en el tribunal del Juez Divino, y merecer la reprobación del Supremo Jerarca de la Iglesia" 


Palacio de Gobierno
El clero y el pueblo se solidarizaron con su Obispo animándole a la justa resistencia. El día cinco, una gigantesca manifestación de prácticamente toda la ciudad y delegaciones de las poblaciones vecinas llegó hasta el Palacio de Gobierno exigiendo la derogación del decreto. La policía y civiles armados se apostaron en los tejados de la plaza y balcones de Palacio. Cuando desde el balcón principal gobernador desafió al pueblo, afirmando que nada ni nadie le harían cambiar su decisión, fue abucheado y se inició un tiroteo sobre la multitud, corriendo la sangre y cayendo los primeros héroes y los primeros mártires colimenses.
El siete de abril ordenó el Ilmo. Sr. Obispo suspender el culto público, actitud que poco después sería adoptada por el Comité Episcopal.


A medida que se acercaba el día en el cual debería celebrarse el último acto de culto público, crecía el fervor del pueblo que, llorando cantando y rezando, llenaba no sólo el recinto de la Catedral  y de todos los templos, sino los atrios y las calles adyacentes. Los cánticos ponían de manifiesto el sentido que el pueblo daba  a la epopeya que se iniciaba:




"Tu reinarás, este es el grito
que ardiente exhala nuestra fe.
Tú reinarás, oh Rey Bendito,
pues tu dijiste: reinaré.
¡Reine Jesús por siempre, 
reine su corazón,
en nuestra Patria, en nuestro suelo
que es de María la Nación!"   

     





sábado, 8 de enero de 2011

MEMORÁNDUM DEL 7 DE ENERO DE 1928


En el memorándum del 7 de enero de 1928, informó el Comité Directivo de la L.N.D.L.R. a su representante en los Estados Unidos:


Aplastada la revolución anti-reeleccionista, creyó Don Plutarco que aplastaría del mismo modo a los "libertadores". No ha sido así. La resistencia continúa enérgica, heroica. Tuvimos que formular un documento exponiendo la situación militar, y de ella resulta, que está combatiendo en dieciséis Estados, que hay sobre las armas, bien armados, aunque escasamente municionados, controlables, constituyendo muchos de ellos, núcleos de importancia, veinte mil hombres.
Que, además, hay otros diez mil que no se encuentran en las condiciones expresadas, porque forman núcleos de poca importancia cada uno, se encuentran muy lejos, y probablemente algunos de ellos no tengan el espíritu y la generosidad de los demás... Personas ponderadas califican de epopéyica la resistencia desarrollada en el Occidente. Abundan por dondequiera los actos de abnegación y desinterés. 


Algunos casos:


Silvano Barba González, el tránsfuga de de la A.C.J.M., zunista -corifeo del cacique de Jalisco José Guadalupe Zuno, activo perseguidor de la Iglesia- por hambre y por ambición, gestionó con Ferreira -general revolucionario Jesús M. Ferreira  jefe de las operaciones militares de la tiranía den el Estado de Jalisco- que se ofreciera reconocer el grado de coronel, a un viejo amigo del tránsfuga, zapatero de oficio que con ese grado luchaba por la libertad. Recibió el "coronel" al enviado y díjole: 


"No te mando fusilar , porque creo que eres de buena fe, pero dile a Silvano que rompo sus papeles; que no lucho por conquistar  grados en el Ejército; que lucho por mi Cristo Rey y por la Iglesia, y que luego que se triunfe, me vuelvo a mis zapatos".


Otro ofrecimiento semejante del tránsfuga para una dama "alteña" que tiene tres hijos entre los libertadores. La dama contestó: 


"Si mueren mis tres hijos, enviaré al cuarto, y si él muere, me iré yo a luchar"


A una dama de Guadalajara decíale en su despacho un abogado que la consideraba por la pena que sufría. 


"¿Cuál pena? El que mi hijo ande en la lucha no lo es: la pena que tengo es que éste (y señaló a otro que iba con ella) no quiere irse con su hermano". 


Y nos admiramos de la madre de Pimodán, el defensor del Papa, porque recibió vestida de blanco a los que fueron a darle el pésame por su hijo muerto en defensa del Soberano Pontífice.

miércoles, 5 de enero de 2011

Madres de Mártires

La anciana madre del mártir José Valencia Gallardo, sacrificado en León, Guanajuato, doña Martina Gallardo Viuda de Valencia, apostrofó a los verdugos de su vástago que se negaban a darle los despojos de éste. 


"No importa que no me queráis entregar el cadáver de mi hijo, pues yo esta mañana "-la del 3 de enero de 1927- "he ofrecido su alma al Sagrado Corazón"; y cuando logró que le dieran los venerables restos, besó los pies del cuerpo mutilado y exclamó: "¡Mártir! ¡Gracias Madre mía, era tuyo!"


 La madre de Ezequiel Gómez, dijo ante el cadáver de su vástago, haciendo referencia al martirio que él y sus compañeros sufrieron: "¡Oh, hijo mío, ruega por tu madre y tus hermanos al fin de que nosotros podamos seguir vuestro ejemplos. Tú ciertamente estás en el Cielo!"