25 de Diciembre de 1926
Querida esposa:
¿También te angustia y te acongoja el pensamiento de la utilidad o inutilidad de mis pobres esfuerzos, la posibilidad o la probabilidad del éxito en el negocio? -del triunfo de la epopeya cristera- ¿O al menos la seguridad de contar con lo necesario, en efectivo y mercancías?... ¡Es muy natural y muy humana y racional tal angustia y preocupación!... ¡Pero recuerda que en este asunto, la salvación y salud de una Nación, mucho más todavía que en los individuos, no entra en juego solo lo natural y humano, sino también y principalmente lo sobrehumano, lo sobrenatural y divino!... Y si Dios Nuestro Señor quiere que venga la salvación por medio de los esfuerzos humanos y obrando al parecer solamente los acontecimientos naturales y ordinarios, ¡bien sabemos que éstos, es decir, los acontecimientos aún los puramente humanos y naturales que han de salvar a nuestra Patria y a nuestro pueblo, no son puramente las victorias que no lo transformarían sino superficialmente y quizá políticamente! Dios quiere más, mucho más de este pueblo: quiere hacer de él un modelo en el mundo, quiere enseñar al universo; ¡qué gloria tan grande puede darle un pueblo que en verdad sea suyo y quiera alabarlo y glorificarlo! Y bien sabes que esto no lo harán jamás, no podrán nunca esa transformación las victorias solas, sino los sacrificios, las víctimas, la sangre que todo lo fecundiza, que todo lo engrandece, que todo lo santifica, desde que fue derramada aquella Sangre Divina y que aún se inmola y seguirá inmolándose hasta la consumación de los siglos. ¡Porque el valor de la sangre es insustituible, porque el clamor de la sangre es un clamor terrible, que siempre llega y conmueve el Corazón de Dios!... Por lo mismo aquí sólo hacen falta sacrificios; nuestra Patria para salvarse sólo necesita vidas inmolada, cuya inmolación esté santificada por el amor de Cristo. Para lavarse de tanto horror, de tanta abominación de crímenes que van siendo ya seculares, este suelo necesita sangre, pues las afrentas y las ofensas terribles hechas a Dios por un pueblo, sólo con sangre se limpian. por otra parte, que la hora de la Misericordia, y de la Clemencia y del Perdón y del Amor ha sonado ya para México: ¿Dime tú misma si no es evidente que ha sonado ya? ¿No es la hora del amor la que ha sonado para nuestra querida Patria si vemos que el Dolor ha llamado a todos los hogares que son verdaderamente mexicanos? ¿No es la hora del Perdón y de la Clemencia y de la Misericordia la que ha sonado si vemos que las víctimas se multiplican; que ha empezado a verterse la sangre generosamente derramada, la amada y santa sangre mexicana, la sangre mexicana, la sangre nuestra, de nuestros queridísimos hermanos? Y apenas ayer empezó a derramarse y es tanta y tan generosamente ofrecida la que estaba y está dispuesto a derramar nuestro Pueblo que amenaza inundar este suelo y salpicarlo todo; esto es lo que hacía falta, que no quede rincón de este suelo amado que no se lave con sangre, que no se santifique con el sacrificio. Por lo mismo ninguna vida sacrificada es inútil, ningún sacrificio es estéril. Por lo contrario, sólo es necesario, indispensable, insustituible; sólo eso no puede ser reemplazado; porque sólo eso pide el Señor para hacer grande y feliz a este pueblo. Las victorias vendrán después seguramente; pero ahora sólo sangre, solamente vidas inmoladas se necesitan"
Luis Navarro Origel
Es considerado el primer cristero de renombre levantado en armas, nació en Pénjamo, Guanajuato, México el 15 de febrero de 1897.
Fue alcalde de su natal Pénjamo, electo por el pueblo y proclamaba su fe desde el Salón de Cabildos de la Casa Municipal. Se inscribió desde el primer día en las listas de la Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa, miembro prominente de la ACJMy fue uno de sus más relevantes y valiosos adalides. Fundó comités de la liga en Pénjamo, Abasolo, Irapuato, La Piedad y Zacapu.
Al no estar de acuerdo con las políticas gubernamentales, finalmente resolvió empuñar las armas el 29 de septiembre de 1926 tomando la ciudad de Pénjamo, aniquilando a la defensa local y apoderándose de los elementos de guerra de que disponía el gobierno.
Sostuvo un combate en Cuerámaro y otro en Barajas y pudo protegerse de la retirada cerca de Corralejo. El campo de operaciones de Luis Navarro fue la costa de Michoacán, faja de territorio que yace entre los Estados de Guerrero y Colima. Al llegar a Coalcomán se cambió de nombre haciéndose llamar Fermín Guitiérrez. Murió en combate el día 9 de agosto de 1928 en Las Higuerillas sector Tuxpan.