“Dormir en el suelo, tener que caminar mucho, hoy desayunar y no cenar hasta el día siguiente, pero ya tu sabes que eso para mí son tortas y pan pintado”,escribió Enrique Gorostieta Velarde desde el campamento cristero a su esposa Gertrudis, a quien de cariño llamaba Tulita, en una de las inéditas cartas que pronto serán publicadas.
En la opinión del historiador Jean Meyer, esas misivas “modifican radicalmente lo que sabíamos” del general que encabezó la Guerra Cristera.
Se trata de 22 cartas que escribió desde el cuartel general de El Triunfo el “generalísimo” jefe Supremo de la Guardia Nacional a su esposa Gertrudis Lazaga.
Las cartas fueron celosamente resguardadas por la única hija que tuvo Enrique Gorostieta, a quien, por cierto, no conoció porque su esposa estaba embarazada cuando partió a encabezar el Movimiento Cristero.
Los documentos fueron utilizados para el guión de la reciente película la “Cristiada”, la cual se puede considerar una venganza mediática de los cristeros contra Plutarco Elías Calles.
Las misivas saldrán a la luz a principios del próximo mes de junio, editadas por el Congreso de Nuevo León y el Centro de Historia Regional de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Las cartas originales serán entregadas al nuevo Museo del Movimiento Cristero que tendrá su sede en la Hacienda de El Valle, del municipio de Atotonilco, sitio donde fue emboscado el general Enrique Gorostieta.
“Son cartas que dejan entrever su personalidad y su amor para su familia y en especial a Tulita”, dice Eduardo Pérez Gorostieta, nieto del general.
Lo muestran, añade, de manera transparente como persona con convicciones y creencias, como hombre con sentimientos, con debilidades y flaquezas.
“Las cartas se iban a quemar porque mi madre no quería levantar polvo, ya que fue perseguida durante varios años. Vivió escondida desde 1929 hasta mediados de la década de los años treinta”, cuenta Pérez Gorostieta.
“Vámonos a la tumba todos tranquilos”, decía mi madre cuando intentaba quemar las cartas, pero la familia lo convenció de donar las misivas como documentos históricos, recuerda el nieto del general.
Los textos, escritos algunos por puño y letra de Enrique Gorostieta, son documentos relevantes para entender al personaje que dirigió la “Guerra Cristera” contra las medidas anticlericales del presidente Plutarco Elías Calles.
El movimiento cristero fue una respuesta a la llamada “Ley Calles” que intentaba reglamentar los postulados emanados de la Constitución de 1917.
El reglamento pretendía quitar a la Iglesia sus propiedades, suprimir su participación en la vida pública, así como prohibir los cultos fuera de las parroquias y los gobernadores más radicales propusieron que los sacerdotes se deberían casar.
Además, los grupos más anticlericales impulsaron una fracción religiosa llamada “Iglesia Católica Mexicana” para romper el control del Vaticano sobre el episcopado del país.
La respuesta de la Iglesia fue suprimir los cultos, situación que provocó que en algunas zonas rurales se levantara un movimiento contra las fuerzas federales, las cuales comenzaron a detener sacerdotes por oponerse a las medidas de Calles.
La guerra arrancó en 1926 y concluyó en 1929. Primero fueron levantamientos aislados hasta que la Liga de la Defensa de las Libertades Religiosas contrató al general Enrique Gorostieta, quien había servido en el ejército de Victoriano Huerta, para dirigir el movimiento.
El militar convirtió a las huestes cristeras en un verdadero ejército que dieron duras batallas a las fuerzas federales al servicio de Plutarco Elías Calles.
En la última carta que escribió a su esposa Tulita, de fecha 16 de mayo de 1929, desde el campamento El Triunfo ubicado en el estado de Jalisco, el general señalaba:
“Nuestro movimiento ha tomado tal fuerza y el gobierno está tan de capa caída, que ya andan haciendo esfuerzos para localizar a las familias de los que andamos en el campo, a fin de ver si de esa manera logran reducirnos, ya que no lo pueden hacer por medio de las armas.”“…Creo de mi deber hacer del conocimiento de Uds. que vamos a sufrir en los próximos meses la más dura prueba de toda esta epopeya.“Tenemos qué hacer frente a una agudísima crisis que señalará nuestro triunfo o nuestra derrota, y se hace necesario que todos pongamos a contribución el mayor esfuerzo, y aprontemos mayor ayuda (…).“Hoy he escrito a la Sra. Recomendándole te ayude a fin de que estés perfectamente escondida y rogándole que nadie que no sea ella o Andrés tu hermano, sepan dónde te encuentras ni hablen contigo. Este deseo que sea como te digo; no hagas excepción ni con los míos ni con los tuyos ni con persona alguna.”“Mantente animosa, fíjate que lo que yo ando haciendo es un deber sagrado y convéncete de ello al considerar los millones de gente que están rezando por mí y por mi causa (…).No flaquees por nada; no confundas los triunfos efímeros con los definitivos y fíjate en que la causa que defiendo es la del honor y la justicia y que esto es independiente del resultado final.“Yo comprendo que será una nueva prueba para ti, pero confío en tu fortaleza de espíritu y abnegación para el sufrimiento, para que la soportes y con ello corones la obra de amor y dulzura con que has sabido hacerme tuyo en lo absoluto. Creo firmemente que esto no ha de durar mucho y que pronto podremos reunirnos para siempre y entonces verás lo que en mi ha logrado tu conducta.“Tú por razón natural, vivirás más que yo y acuérdate de lo que ahora te digo: con mi esfuerzo, sea cual fuere el resultado práctico de esta lucha, ya he logrado un verdadero nombre para nuestros hijos”.
La postdata concluía con la siguiente sentencia:
“Sigue al pie de la letra lo que se refiere a tu reclusión. Que Dios te bendiga”.
Enrique.
Su nieto recuerda que cada año se realiza en Los Altos Jalisco, una cabalgata en honor del general Enrique Gorostieta.
“No puedo más que estar seguro que efectivamente logró un nombre para sus hijos. Y que logró algo más: logró junto con todos los cristeros defender sus ideales, concluye Eduardo Pérez Gorostieta.
El historiador Jean Meyer, autor de tres tomos sobre la guerra cristera que fueron usados para el guión de la película, destaca la importancia de las 22 misivas.
“No conocí esas cartas” cuando escribí los tres tomos de la Cristiada, dice, Jean Meyer.
Subraya que los documentos modifican radicalmente lo que sabíamos del general”, ya que la historia lo presenta como un materialista que se sumó a la guerra porque la Liga de Defensa de las Libertades Religiosas le pagó 3 mil pesos oro por mes por sus servicios.
“Para mí eso demuestra que Gorostieta no es un masón liberal porfirista anticlerical que entra como mercenario y se vuelve católico al contacto de los cristeros”, dice Meyer.
Y concluye el autor de la Cristiada: “Era católico de una familia muy católica”.