domingo, 13 de junio de 2010

Apocalipsis Cristero




En los Cristeros prevalecía con mucho la visión teológica de la guerra. Conocían bien, en primer lugar, el deber moral de obedecer a las autoridades civiles, pues «toda autoridad procede de Dios», pero también sabían que «hay que obedecer a Dios antes que a los hombres», cuando éstos hacen la guerra a Dios. Veían claramente en la persecución del gobierno una acción poderosa del Maligno. 

Ezequiel Mendoza, por ejemplo, consideraba a los gobernantes de su patria «endiablados callistas, masones y protestantes malos, que sólo buscan las comodidades del cuerpo y la satisfacción de sus caprichos en este mundo engañador y no creen que los espera un infierno de tormentos eternos, pobres murciélagos que se creen aves y son ratones» (III,283). Y decía, «¡ay de los tiranos que persiguen a Cristo Rey, bestias rumiantes de las que nos habla el Apocalipsis! Todos debemos tener muy presentes las bienaventuranzas de que nos habla Nuestro Señor Jesucristo: pobreza de espíritu, lágrimas de contrición, justa mansedumbre, hambre y sed de justicia, misericordiosos, los de limpio corazón, los pacificadores, los buenos cuando son perseguidos por los malos, como nos aprietan los Calles ahora, dizque porque somos muy malos, que andamos tercos queriendo defender la honra y gloria de Aquel que murió desnudo en la cruz más alta y en medio de dos ladrones, por ser Él el más malo de todos los humanos, que no quiso someterse al supremo de la tierra. Es lo que dicen ellos, porque les falta un domingo y los redobles de tambor, pero nosotros se los daremos con ayuda de quien resucitó de los muertos el tercer día y que, porque nos ama, nos dejó por Madre su propia Madre» (III,287). 

Este tono profundamente bíblico era el de la Cristiada. Es la visión del Apocalipsis: Satán, el dragón infernal, la antigua serpiente, da su fuerza a la Bestia, poder maligno intramundano, que hace la guerra a los santos y a cuantos guardan el testimonio de Jesús. En este sentido, los cristeros estaban indeciblemente más cerca del Apocalipsis del apóstol San Juan que de la teología de la liberación moderna. 


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