El 15 de julio de 1926 el arzobispo de Morelia dio a conocer la orden de suspensión de los cultos. Antes de que los templos fueran cerrados, los sacerdotes pusieron en resguardo los objetos de valor que existían en templos y conventos. El 1º de agosto de ese año, se integraron las juntas vecinales para custodiar los templos de:
La Parroquia
El Carmen
San Francisco
Capuchinas
Oratorio de Los Dolores
San JuanSanto Domingo
El párroco de la ciudad, Rafael Lemus, se refugió en la población vecina de Pénjamo, y delegó sus funciones al cura Rafael Méndez. El capellán del templo del Carmen (el más importante de la ciudad), fray Jacinto Coria, también salió de Salvatierra. Fray Gregorio Linares, guardián de la iglesia de San Francisco, permaneció en la ciudad, escondido en casas particulares (Ruiz, 1976).
El párroco de la ciudad, Rafael Lemus, se refugió en la población vecina de Pénjamo, y delegó sus funciones al cura Rafael Méndez. El capellán del templo del Carmen (el más importante de la ciudad), fray Jacinto Coria, también salió de Salvatierra. Fray Gregorio Linares, guardián de la iglesia de San Francisco, permaneció en la ciudad, escondido en casas particulares (Ruiz, 1976).
Cabe destacar que la iglesia denominada como “La Parroquia” fue el único templo de Salvatierra que no cerró sus puertas al culto. Al no haber sacerdotes, grupos de laicos eran los encargados de hacer las celebraciones religiosas (a excepción de las misas), además de los rosarios y novena.