La guerra cristera fue un levantamiento popular, en todo el sentido de la palabra: abarcó a todos los estratos de la sociedad, lo que no quiere decir que en la misma proporción todos hayan entrado en el terreno de batalla. Los primeros levantamientos, en Zacatecas, fueron de campesinos que, acostumbrados a defenderse de las gavillas de maleantes que constantemente los asolaban en aquella época de gran anarquía, vieron la necesidad de defenderse del Gobierno que les impedía practicar su religión. El móvil inmediato que precipitó el levantamiento del general Pedro Quintanar fue una agresión de los soldados contra una multitud de católicos. A los pocos días, estando ya «levantado», se le unió el general Aurelio Acevedo con unas decenas de personas que vieron la necesidad de levantarse cuanto antes, pues las tropas del Gobierno estaban decomisando las armas que ellos tenían para su defensa habitual de las gavillas de ex revolucionarios, y se dieron cuenta de que, si los dejaban sin armas, habrían quedado indefensos ante cualquier arbitrariedad del Gobierno, que «ya había cerrado sus iglesias», por lo que se decidieron a luchar en defensa su fe, sin tener un perspectiva clara de lo que podrían hacer tan pocas personas.