viernes, 18 de octubre de 2013

ERA UNA MISA CRISTERA...

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… pasemos de largo delante de la Catedral de México, no nos fijemos en el derroche de belleza que hacen las fachadas churriguerescas de sus templos coloniales, entremos invisibles por la puerta aquella de una casa antigua de una céntrica calle, sigamos hasta la sala principal, ved que cuadro: se ha transformado el hogar en catacumbas, el sacerdote revestido con humildes vestiduras renueva sobre el ara, que a pesar de su pequeñez es siempre sepulcro de mártires, el Sacrificio del Calvario, habla en voz baja; los hombres pensativos y reverentes juran lealtad a Jesús y le piden fuerza para tolerar los tormentos y para dar la vida por Él; una respetable dama, que allí llora, hace a su Dios el sacrificio de sus hijos, y pensando en los verdugos dice al Señor:

“perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores…”

cubierta la cabeza con negros velos están unas doncellas, que tiemblan al pensar en la soldadesca y juran a Cristo amarlo con amor más grande que cualquiera otro que pueda hallar albergue en su corazón; los niños, sin darse cuenta de aquel misterio, de aquel silencio, adivinan que allí hay algo del Cielo y mandan al niñito Jesús nacido en el altar, un beso infantil, que es la protesta de amor de la generación de mañana. En medio de aquel triste silencio parece escucharse tan sólo la voz del Maestro que habla al sacerdote palabras de aliento y esperanza, el latido de los corazones que aclaman a Jesús y el vuelo de los ángeles; que en torno del Cordero y por encima de aquellas cabezas juegan con palmas de triunfo y con coronas de gloria para los confesores y los mártires de Cristo Rey.

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sábado, 7 de septiembre de 2013

LA ESCUELA SOCIALISTA

«¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Siempre Virgen Santa María de Guadalupe! ¡Padres de familia mexicanos! Pensad que: queráis o no queráis, creáis o no, mañana o pasado, cuando menos lo esperéis, tendréis que dar estrecha cuenta a la Majestad de Dios del alma de vuestros hijos. Pensad que: la escuela socialista es una escuela de deshonestidad sistemática y premeditada. Ahí desde los doce años se impartirá la enseñanza sexual más cínica. Se prostituirá a la niña, se degenerará al varón. La escuela socialista será una antesala del lupanar. Ahí se combatirá constantemente toda idea religiosa. Se hará mofa sacrílega de la Iglesia y de Dios. Se propagará entre los niños el materialismo más grosero. Así se formará un generación deicida vergüenza de la humanidad. Pensad que: en la escuela socialista perderán los niños: el amor y veneración que deben a sus padres, el respeto a los maestros, el amor a la Patria. Si enviáis a vuestros hijos a esas escuelas serán mañana vuestra vergüenza y vuestro azote. Pensad que, si sois católicos, ya la Iglesia, nuestra Madre, pronunció un fallo definitivo e inapelable: ha excomulgado a todos los padres de familia que envían a sus hijos a la escuela socialista. Pensad que: para librarnos de esa excomunión, no basta con la absolución de un sacerdote complaciente, poco escrupuloso, inconsciente de sus deberes de Ministro de Dios vivo. Con o sin esa absolución, si mandas a tus hijos a la escuela socialista, quedas fuera de la comunión de la Iglesia, padre de familia mexicano: por tu propia dignidad y decoro, por el amor que profesas a tus hijos, ¡recházala!, apoya la huelga escolar, no te dejes engañar con sus mentiras. No hay quien pueda contra todo un pueblo, si es viril y es digno».

 José de Jesús, Obispo Cristero de Huejutla.


viernes, 23 de agosto de 2013

“DISPONGA COMO GUSTE”

Repartiendo propaganda de sobre el famoso “boicot” los señores Rafael y Vicente Acevedo, padre e hijo respectivamente fueron sorprendidos por el jefe militar revolucionario de la región.

Éste, a cambio de negarse a repartir la propaganda del bloqueo económico, les prometía la libertad a cambio de “no meterse en cosas de la Iglesia” y les advertía que de no admitirlo podría costarles la vida.

“Es muy tarde ya, señor teniente, -contesta Don Rafael- para que yo cambie mi manera de pensar y de sentir. Soy viejo y siempre he sido católico. No es usted quién me convencerá para cambiar. Nunca he pensado que moriría de un tropezón. No hay, pues, que darle vueltas al asunto. Si tiene determinado algo, disponga como guste.”

Siendo miembros de la Jefatura Local de Tlaxiaco de la Delegación Regional de la LNDLR, en Oaxaca, padre e hijo fueron fusilados en Los Hornos, lugar situado en el camino que conduce de Tlaxiaco a Teposcolula, Oaxaca el día 6 de agosto de 1926.


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sábado, 13 de abril de 2013

LA RESISTENCIA CRISTERA



Cuando ya había iniciado la segunda etapa de la Epopeya Cristera, el acejotamero de la vieja guardia Alfonso De la Torre Uribarren, radicado en Magdalena, Sonora, dirigió a Mons. Juan María Navarrete, Obispo de Sonora, en cuya Diócesis era tremenda la persecución, por obra del cacique Rodolfo Elías Chacón, hijo de Plutarco Elías Calles, un ocurso que fue firmado por buen número de católicos sonorenses, en el que éstos pedían a su Pastor les indicara la actitud que “como católicos y mexicanos” debían asumir en aquél Estado ante la tiranía existente, “pues por el silencio de V.R.I. y la inacción nuestra, más parecemos de la misma tiranía que defensores de nuestra Santa Religión”. A eso respondió el Prelado haciendo referencia a lo dicho por el Delegado Apostólico el 12 de diciembre de 1934 y añadiendo por cuenta propia:

«… es honesto sentir que el deber de los católicos ante la situación actual es presentar por lo menos una consistente y organizada resistencia pasiva… Si además de esto hay quien quiera resistir en otra forma, siempre que además de estar de acuerdo con los prescritos de la ley natural, ofrezca sólida probabilidad de buen éxito, juzgo que no haría más que usar de sus derechos naturales inalienables… Hay que hacer entender a los que no lo entienden que el socialismo, como se trata de imponerlo a nuestras conciencias, es un error anticristiano, antisocial y anti patriótico  que por ende, como cristianos, como hombres y como mexicanos estamos obligados en conciencia a resistir dicha imposición no sólo en nosotros sino también en los demás, en la medida de nuestras fuerzas, y que delante de Dios y delante de la sociedad seremos culpables si seguimos dejándonos arrastrar hacia el abismo como hasta aquí lo hemos hecho… ; la resistencia pasiva… es el mínimum del cumplimiento de nuestro deber… Pueden ustedes hacer el uso que gusten de esta mi contestación a su ocurso… Ruego al Señor los bendiga y llene de gracia para estar a la altura de su deber en las presentes circunstancias…»

Y los católicos firmantes de la solicitud se levantaron en armas capitaneados por De la Torre, quien murió peleando en defensa y por la reimplantación del Reinado Temporal de Cristo en México, el 13 de noviembre de 1935.

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sábado, 9 de marzo de 2013

OBISPO JOSÉ DE JESÚS MANRÍQUEZ Y ZÁRATE


José de Jesús Manríquez y Zarate
1er. Obispo de Huejutla, Hidalgo.
“El Obispo Hombre”.

Nace en León de los Aldama, Guanajuato el 9 de noviembre de 1884, hijo del Maestro Joaquín Manríquez y María de Jesús Zarate. En 1896 ingresó al Seminario Conciliar de León donde cursó Humanidades, Filosofía y los dos primeros años de Teología, trasladándose a la ciudad de Roma el 15 de agosto de 1903 para ingresar en el Pontificio Colegio Pío Latinoamericano.

Recibió la ordenación sacerdotal de manos del Cardenal Gasparri, Vicario General de Roma, el 28 de octubre de 1907, celebrando su primer misa en la Basílica de San Pedro el 1 de noviembre de ese mismo año, usando una casullos del Papa Pío IX. En 1909, alcanzó el grado de Doctor en Derecho Canónico.

En el libro de sus recuerdos, escrito en 1927, señala:

«Lleno de Bríos y de santas ilusiones para trabajar por la causa de Jesucristo, llegue a México procedente de la Ciudad Eterna en julio de 1909. Fui recibido muy fríamente por las autoridades Eclesiásticas de aquel entonces. La sede episcopal de León estaba vacante y al frente del gobierno estaba el Sr. Canónigo don Pablo Torres. Este señor me sujetó a examen sinodal y los Canónigos que me examinaron me pusieron a traducir latín, no obstante haber conquistado en Roma las tres borlas de Filosofía, Teología y Derecho Canónico. Estas humillaciones no dejaron de abatir un tanto mi sensibilidad, máxime cuando en lugar de darme un cargo honorífico en el orden humano, se me nombró simplemente coadjutor de la Parroquia del Sagrario. Sin embargo, habiendo aprendido en Roma a obedecer, pronto me rehíce y me entregué completamente en las manos de Dios, sin violentar en nada las trazas de su amadísima Providencia»

De la parroquia del Sagrario, pasa en noviembre de 1909 al Seminario Conciliar como Prefecto del Clerical. Posteriormente en enero de 1911 es nombrado cura de la parroquia de Guanajuato, cargo que ocupó durante 10 años, ya que en enero de 1921 fue nombrado Canónigo Doctoral en la Catedral de León.

El 11 de diciembre de 1922 es preconizado primer Obispo de Huejutla, Hidalgo y el 4 de febrero de 1923 se consagra Obispo en la Catedral de León. Toma posesión de su Diócesis el 8 de julio de 1923.

Huejutla se erigió Diócesis por la Bula “Inter Negotia” del 24 de noviembre de 1922, ejecutada el 1 de julio de 1923. Abarcando parte de Hidalgo, Veracruz y San Luis Potosí, en la Huasteca. Lo que más abundaba en ese territorio era la pobreza. Desde luego se propuso la evangelización de esos pueblos abandonados y alejados de la civilización.

Le tocó organizar el gobierno eclesiástico de Huejutla excepcionalmente, pues fue Prelado, párroco, vicario, sacristán, campanero y hasta barrendero.

Mons. Manríquez y Zarate fue el primer Obispo en denunciar públicamente la política de Calles desde 1925. En su sexta Carta Pastoral publicada el 10 de marzo de 1926 declaró que los artículos de la Constitución violaban los derechos humanos. Y añadía:

«Reprobamos, condenamos y anatemizamos todos y cada uno de los crímenes cometidos por el Gobierno mexicano en contra de la Iglesia Católica en los últimos días, sobre todo su no bien disimulada intención de acabar de una vez para siempre con la religión Católica en México… Ha declarado (también) últimamente el señor Presidente de la República que considera que de la aplicación de los artículos atentatorios de la Constitución en materia religiosa, no ha surgido ningún problema de importancia en el país, y que todo se ha reducido a protestas más o menos escandalosas en que actúan solamente mujeres, sin tener los individuos del sexo masculino el valor suficiente para presidirlas y capitanearlas en sus heroicas empresas. Miente el Sr. Presidente de la República al asentar tal afirmación… Debe saber que acá, en estas lejanas tierras sumidas perpetuamente en la barbarie, y bañadas por un sol africano, existe un hombre, un cristiano, que tendrá el valor, con la gracia divina, de sufrir el martirio, si es necesario, por la causa sacrosanta de Jesucristo y de su Iglesia. Solo pide una gracia al jacobinismo, si es que el jacobinismo puede conceder favores: de que no se le asesine por la espalda. Si el gobierno jacobino exige de los católicos mexicanos el verdadero valor cristiano, nosotros tenemos derecho de pedir, de exigir de nuestros verdugos siquiera el valor y la osadía de los Cesares de la Roma pagana…».


La reacción del gobierno no se hizo esperar, en seguida fue consignado por el Secretario de Gobernación al Procurador General de la Nación, quien turnó el asunto al Juez de Distrito del Estado de Hidalgo, que giró una orden para que se presentara ante el a declarar pero no le obedeció. El 13 de mayo de 1926 llega a Huejutla el coronel Enrique López Leal al frente de 500 soldados con la consigna de tomar preso a Mons. Manríquez, quien es conducido a Pachuca al juzgado donde declaró “Que comparecía por la fuerza, ya que no reconocía competencia a los tribunales civiles para juzgar a las autoridades eclesiásticas”. Se le fijó como prisión los anexos del templo de La Asunción en Pachuca, donde estuvo preso por 11 meses hasta abril de 1927, cuando fue conducido a la Ciudad de México, concretamente a la Inspección de Policía. Durante su traslado le conminó un oficial militar a que se despojara de sus ropas episcopales a lo que Mons. Manríquez se negó y le pregunta al militar:

- ¿Por qué no se quita usted su uniforme?
- Porque este es mi uniforme militar
- Pues este es mi vestido de Obispo. – Repuso el prisionero.

El 22 de abril de 1927 fue subido en un tren con rumbo a la frontera de los Estados Unidos donde fue desterrado. No volvió a la Patria sino hasta 1944. Se estableció primero en Laredo, después en Los Ángeles, California y finalmente en San Antonio, su lugar definitivo.

Uno de los puntos para que los arreglos se llevaran a cabo el 21 de junio de 1929 fue que se le pidió a los obispos mediadores, Leopoldo Ruíz y Pascual Díaz que los obispos Manríquez y Zarate y González y Valencia no regresaran al País y que el Arzobispo Orozco y Jiménez saliera del mismo.

Nunca estuvo de acuerdo con los Arreglos con el Gobierno. Dirigiéndose al comité Directivo de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa, en la persona de Miguel Palomar y Vizcarra, el 25 de junio de 1929, desde Los Ángeles, al tener noticia de los Arreglos del 29 les dice: “Esto es terrible, señores; y yo ahora me encuentro embargado de un tedio profundo y de una tristeza mortal… Quisiera que esta carta fuera una elegía, algo así como una lamentación inmensa que resonase en los ámbitos del mundo, semejante a la de Jeremías, llorando y gimiendo amargamente sobre las ruinas y escombros de la antes dichosa Jerusalén… Yo deseo que todos ustedes que aman a Jesucristo y a la Patria, desahoguen su inmenso dolor llorando también y con gemidos inenarrables, deplorando las desdichas de la Religión y de la Patria”.

El 24 de octubre de 1929 el Papa Pío XI lo recibe en audiencia especial. Durante la prolongada entrevista el Papa escucha con especial atención a Mons. Manríquez quien da detalles pormenorizados de la situación de la Iglesia en México, oprimida y atribulada.

El 6 de julio de 1939 renuncia al gobierno Diocesano de Huejutla y recibe el nombramiento como obispo titular de Verbe. Regresa por fin al País el 8 de marzo de 1944. Estuvo en el Arzobispado de México como Obispo Auxiliar y el 7 de septiembre fue nombrado Vicario General del Mismo Arzobispado. Murió el 28 de junio de 1951.

Monseñor Manríquez y Zarate fue el primer promotor de la causa de Beatificación de Juan Diego.


domingo, 24 de febrero de 2013

UN CORONEL, HIJO DE CRISTO REY


Un 1º de abril del año 1928,  nuestro jefe Cristero Manuel Ramírez Oliva escribe esta carta en Teocaltiche, Jalisco a quienes firman haciéndole petición de que deponga las armas y se entregue a las autoridades.



Muy señores míos os contesto por mi y mis compañeros. Realmente he sentido a la vez ira y tristeza al ver tanta firma haciendo una petición tan ruin. Hay entre vosotros dos clases de individuos: los que son adictos la administración abominable de Calles y los que guardándole un odio verdadero son arrastrados por su cobardía a la picota del ridículo y al colmo de la indignidad. Me dirijo a los clasificados en el primer término, para deciros, señores, que no comprendéis o no queréis comprender los sublimes ideales inscritos en nuestra bandera, porque no tenéis más Dios que el oro, y sólo os preocupáis de la bonanza de vuestros negocios aunque viváis en la esclavitud, juntamente con el pueblo entero, aún cuando nuestra Patria solloce oprimida por la tiranía más brutal que registra nuestra Historia, y aunque todos los valores morales se encuentren por completo desquiciados, despreciados, pisoteados por un puñado de bárbaros sin ley, a quienes también rendís culto. Porque, ¿cuál es la obra del gobierno de Calles? ¿Que hacen los militares depositarios de la fuerza pública, que deberían emplear la fuerza para proteger a la sociedad? Convertirse en verdugos de esa misma sociedad, asesinar sacerdotes, allanar moradas, violar doncellas, ultrajar familias enteras, incendiar hogares , asesinar pacíficos, insultar a los hombres honrados, lanzar millares de pobres a la miseria y llevar el latrocinio, el llanto, la desolación y el luto por dondequiera que pasan. Con esos hombres es con quienes estáis solidarizados. Las ofertas de dinero que se nos han hecho son objeto de nuestro desprecio; no tenéis ni vosotros ni el gobierno con que comprarnos, porque no nos vendemos, no traficamos con nuestras conciencias, no queremos aprovechar la sangre de nuestros mártires, de nuestros compañeros muertos, como pedestal de nuestra codicia. No nos arredran las fatigas, no desmayamos por las contrariedades, no hay nada que nos haga desistir de nuestro propósito, de seguir luchando por la libertad de la Iglesia, por la libertad de la Patria y la libertad humana. Nosotros dentro de nuestras privaciones os compadecemos, nos causa repugnancia vuestro servilismo. Perdéis vuestro tiempo tratando de convencerme: Soy hombre de criterio definido, siempre he sido Católico y siempre lo he confesado orgullosamente. Si queréis ayudar al gobierno en contra del movimiento libertador, en vez de firmas y polémicas faltas de sentido, empuñad las armas y sostened vuestras ideas donde mis compañeros y yo sostenemos las nuestras. Ahora dirigiéndome a los simpatizadores nuestros, que por miedo han firmado, les digo: ¿No os abochorna haber presenciado impasibles tanto crimen? ¿No os remuerde la conciencia ser cómplices de ellos con vuestra pasividad? Un esfuerzo unánime ya nos hubiera producido la victoria. Cada quien dentro de su capacidad y de su posibilidad puede ayudar a tan grande obra como es la de salvar a la Patria. Aún es tiempo de cumplir con vuestro deber. ¿Qué hacéis sometidos a ese gobierno infame? ¿Cuáles garantías os concede? No sois dueños de vuestras familias, ni de vuestras vidas, ni de vuestros bienes, ni aún siquiera de creer en Dios. Arrojad la cadena que os han puesto al cuello, venid a luchar por vuestra libertad y por la de vuestros semejantes; venid a reunirnos con los hombres libres, para que junto con nosotros podáis lanzar a los cuatro vientos el grito majestuoso de ¡¡¡VIVA CRISTO REY!!! Soy de ustedes atto. y S. S. Manuel Ramírez Oliva.

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