La Acción Civil Católica





En este espacio nos corresponde tratar de la resistencia del pueblo católico a la tiránica política de Plutarco E. Calles. Ya estudiamos, en el artículo previo, la resistencia militar, que fue el conflicto cristero. Ahora veremos la resistencia civil, que se dio en diversas ciudades del país, pero especialmente en la capital mexicana.


-De la A.C.J.M. a la Liga Defensora de la Libertad Religiosa: Desde la paz porfiriana, los católicos se agruparon socialmente, imitando a los católicos franceses. El p. Bernardo Bergoënd, el lic. Miguel Palomar Vizcarra y don Luis de la Mora fundaron en 1907 el Partido Acción Liberal Popular, que el día 3 de mayo de 1911 cambió a Partido Católico Nacional. De éste emanaron la Liga Nacional de Estudiantes Católicos y la Unión de Damas Católicas. El 2 de febrero de 1913 el arzobispo José Mora y del Río inauguró el Centro de Estudiantes Católicos.
En Francia existía una Asociación Católica de la Juventud Francesa, y en ella se basó el p. Bergoënd para agrupar a las ligas de jóvenes católicos mexicanos, y fundar una organización más amplia y con mayores objetivos. Se denominó Asociación Católica de la Juventud Mexicana (A.C.J.M.); sus filas se integraron en principio con la unión de las congregaciones marianas y de la Liga de estudiantes católicos, y el 12 de agosto de 1913 se declaró fundada oficialmente la A.C.J.M.
La A.C.J.M. estaba destinada a ser el dolor de cabeza y el enemigo más odiado de los gobiernos jacobinos hacedores y defensores de la Constitución Anticatólica de 1917. En junio de 1918 en un Congreso Federal de acejotaemeros, se nombró presidente general de la A.C.J.M. a René Capistrán Garza, teniendo el p. Bergoënd el título de Asistente General. En 1919 Capistrán fue apresado por el gobierno, debido a las publicaciones en favor del catolicismo que redactaba. Los acejotameros se organizaron para localizarlo, visitarlo, apoyarlo y seguir todo el proceso que eventualmente se le hiciera. Fue liberado en agosto del mismo año.

Al incrementarse la Persecución, los acejotaemeros tuvieron que lidiar con los canes del gobierno de Obregón, con quienes tuvieron choques tras el atentado de 1921 contra el Arzobispado de México, y se organizaron guardias en la Basílica de Guadalupe a principios de año, un mes duró la vigilancia y luego se suspendió, lo que aprovecharía Obregón para lanzar el atentado de noviembre contra la Virgen del Tepeyac... quedándo incólume el ayate del milagro, siendo a la vez burla y desafío para los anticatólicos.

Vimos también antes como, en Morelia hubo choques violentos. Tocaba a los acejotameros -y lo hicieron- quitar las banderas rojinegras que los comunistas tuvieron la sacrílega insolencia de izar en las catedrales de Morelia y Guadalajara. En esta última ciudad, el 26 de marzo de 1922, comunistas del Sindicato de Inquilinos Revolucionarios atacaron a los fieles que salían de oír misa en la iglesia de San Francisco, muriendo a balazos seis miembros de la Confederación Nacional Católica del Trabajo. Anacleto González Flores y la A.C.J.M. enviaron una vigorosa protesta y demanda de justicia al presidente Obregón, pero éste -¡que no nos extrañe!-, hizo oídos sordos a las demandas del pueblo.

Con motivo del Congreso Eucarístico Nacional (1924), se reunieron en convención las 4 principales organizaciones católicas del país: la A.C.J.M., la Unión de Damas Católicas, la Confederación Nacional Católica del Trabajo y la Orden de los Caballeros de Colón. En la A.C.J.M. fue electo como nuevo presidente general el lic. Octavio Elizalde. Asimismo tocó a los acejotameros vigilar y proteger el Congreso Eucarístico, proclamando por las calles la majestad de Cristo Rey y de María de Guadalupe, entusiastas manifestaciones que respondían al berrinche de Obregón de denunciar ante la autoridad judicial a "todo el Congreso".

El verdadero reto llegó con Calles, el más obstinado anticatólico que ha tenido poder en México -sólo comparable quizás a Juárez-, y luego del intento de cisma del "patriarca" Pérez, el lic. Palomar Vizcarra llamó la atención sobre lo que era, a todas luces, el primer acto de un plan bien meditado de la Revolución contra la fe católica, y se puso de acuerdo con René Capistrán y Luis G. Bustos para organizar un proyecto defensivo más concreto.
El 14 de marzo de 1925 quedaba constituída la Liga Nacional de Defensa Religiosa, que sería la encargada de dirigir y ejecutar la resistencia católica ante los atentados retardatarios del gobierno callista. El primer presidente de la Liga fue el lic. Rafael Ceniceros Villarreal.
Andrés Barquín y Ruiz refiere como le tocó a él participar en la vigilancia armada de la Basílica de Guadalupe. Un domingo, a las 2 de la madrugada se estacionaron frente a la Basílica varios camiones de los que bajaron pistoleros armados de la CROM. Los acejotaemeros prepararon sus armas y se apostaron para el combate en las alturas, pero uno de los vigías decidió tocar las campanas a rebato, señal convenida para pedir auxilio... y en cuestión de minutos empezaron a afluir por decenas a la Villa gente de los alrededores, trabajadores, rancheros, lugareños, armados con palos, pistolas, rifles, machetes, instrumentos agrícolas, herramientas y gasolina para prenderle fuego. Ante esto los cromistas huyeron precipitadamente.

Y la lucha iba a seguir, dada la emisión de la Ley Calles y la suspensión de cultos. Pasamos al siguiente punto.


-Debates en el teatro Esperanza Iris: Para este punto insertaré lo que a propósito del mismo contiene el Archivo Casasola, tomo 5, pags. 1758-1762:

El primero de agosto entra en vigor la suspensión general de cultos en todas las iglesias de la República, y empezó la entrega de los templos bajo inventario; se nombraron comisiones designadas oficialmente para que entraran en posesión de la Catedral, la Basílica y otros templos más. Los fieles podían concurrir a los templos con toda libertad.
Ese mismo día 1 de agosto, la CROM organizó una manifestación para patentizar una vez más al Gobierno que los trabajadores apoyaban la política que venía siguiendo en la cuestión religiosa. El presidente calles, algunos miembros de su gabinete y altos funcionarios públicos presidieron desde Palacio Nacional el desfile obrero.

Llegó el momento más serio para el problema religioso: La Liga de Defensa Religiosa, las asociaciones de damas católicas y los Caballeros de Colón, se propusieron coordinar una intensísima campaña con el fin de que el Gobierno cambiara de conducta y se solucionara cuanto antes este problema. El Gobierno, por su parte, tomó una actitud enérgica para combatir al clero.
Tanto los partidarios de la Iglesia como del Gobierno, publicaron una gran cantidad de manifiestos, proyectos, hojas volantes, etc.

Desde el día 2 de agosto se inician en el teatro Esperanza Iris unas controversias entre algunos secretarios de Estado y destacados miembros de la Liga de Defensa Religiosa, organizadas por la Federación de Sindicatos del Distrito Federal.
Los primeros que discutieron fueron el ministro de Educación Pública, José Manuel Puig Casauranc, y René Capistrán Garza. El ministro Puig sostuvo que el laicismo no es estéril, el lic. Capistrán afirmó que el Código gubernamental es una falsificación de algo que viene de hace veinte siglos.
El martes, de extraordinario interés fue la controversia entre el ministro de Agricultura ,ing. Luis L. León, y el lic. Manuel Herrera Lazo. El tema escogido por los oradores fue "El movimiento revolucionario y el clericalismo mexicano", sosteniendo los oradores con firmeza sus ideas y electrizando al auditorio con este torneo de oratoria.
La tercera controversia se llevó a efecto el día 9, entre el ministro de Industria, señor Luis N. Morones, y el estudiante Luis Mier y Terán. El tema de la conferencia fue elegido libremente.
El ministro Morones habló extensamente sosteniendo la tesis del movimiento obrero a través de la Historia. El orador católico Mier y Terán dijo que el señor Morones confundía a la Iglesia Católica con la escuela liberal, la doctrina de la Iglesia sobre amos y trabajadores.

El Episcopado se dirige al presidente Calles rechazando el cargo de rebelión que le hacen algunos funcionarios públicos y le pide interponga su influencia para que se reformen algunos artículos constitucionales.
El 20 de agosto el presidente Calles contesta el memorial del Episcopado, en que dice, entre otras cosas: "La reforma de los preceptos que estiman contrarios a la Iglesia, los prelados deben pedirla al Congreso de la Unión".

Las aprehensiones y cateos por la búsqueda de religiosos acusados de sediciones continúan en los últimos días de agosto, sobresaliendo entre éstos el escándalo que se originó en San Ángel, en la casa del licenciado Novoa, al buscar la policía a un obispo. Los obispos de Michoacán y Tabasco celebran una conferencia con Calles en Chapultepec, con el objeto de solucionar el conflicto. El general Calles les dice que tienen que sujetarse a las leyes. Los obispos, por su parte, dicen que ellos no obstruccionarán la labor del gobierno, y le hacen saber la cantidad de atropellos de que han sido víctimas los católicos.

El 1 de septiembre Calles rinde su informe de gobierno al Congreso de la Unión, y al referirse al problema religioso dijo:
"Sólo he querido que acaten nuestras leyes. Se ha procedido a clausurar 129 colegios católicos, hasta hoy 42 templos, 7 conventos, 7 centros sociales religiosos. A 185 sacerdotes extranjeros se les obligó a no ejercer en México y han salido del país".


El Episcopado se dirige al Congreso de la Unión el 6 de septiembre pidiendo la derogación de algunas disposiciones constitucionales y la reforma de otras. La cámara de diputados recibe el memorial, que es rechazado el 21 del mismo mes por mayoría de votos.

El pueblo mexicano, que desde hace siglos trae arraigadas las costumbres, educación y creencias religiosas, se veía privado de una plumada de esta libertad, sin que se tomaran en consideración las consecuencias que siempre han traído las guerras contra la religión católica.



-Hasta ahí el Archivo Casasola. Puede verse con toda claridad cómo estaban las cosas. La insistencia del clero en evitar fricciones, tratando de arreglar las cosas por la vía pacífica, -aun después de estallada la guerra cristera- y por otro lado la jurásica terquedad del gobierno de hacer oídos sordos y proseguir con la Brutal Persecución.
¡Y el descaro de Calles, que en su informe de gobierno se daba el gusto de enumerar los colegios, templos, conventos y centros católicos que su gobierno había tenido el "honor" de clausurar!

Dios lo haya perdonado...


-El boicot: Para combatir pacíficamente las leyes antirreligiosas, la Liga Nacional de Defensa Religiosa, apoyada por la A.C.J.M. y otras agrupaciones católicas, despegó una intensa campaña de propaganda. Se publicaba el Boletín de la Liga y muchísimos volantes, que se repartían por toda la ciudad, luego siguieron los engomados, los globos y mensajes a través de una estación de radio clandestina.

Inmediatamente el gobierno puso manos a la obra para catear, detener y encarcelar a cuantos miembros de la Liga pudiera, para intentar ahogar la lucha católica.
La Liga organizó entonces un boicot dirigido a paralizar la vida social y económica del país:

LEER: Hoja publicada por la Liga de Defensa Religiosa, declarando el boicot y su programa de acción

El 1 de agosto la CROM organizó una manifestación de respaldo a la política de Calles, para lo cual tuvo que amenazar con el despido laboral a todos los miembros de sus sindicatos afiliados, dicha manifestación terminó de rellenarse con empleados de la burocracia gubernamental y soldados vestidos de paisano. No pasó de 20 mil manifestantes... ¿El pueblo mexicano apoyaba a Calles? No.

Calles vociferaba, para intentar ganar crédito, que el "ridículo boicot" católico no conseguía ni conseguiría nada, y que su gobierno no tenía la más leve intención de cambiar de conducta:

"Naturalmente que mi gobierno no piensa siquiera suavizar las reformas y adiciones al Código Penal, que han tomado como pretexto líderes políticos católicos y malos prelados en nuestro país, para oponerse a la obra reconstructiva y revolucionaria social que estamos llevando a cabo, y cada nueva manifestación de animosidad u oposición, o estorbo a las tareas administrativas de mi Gobierno, se traducirá forzosamente en nuevas medidas de represión para quienes no acaten, o desconozcan, las Leyes de México".
(Declaraciones de Plutarco Elias Calles, Diario El Universal, con fecha 26 de julio de 1926)

Pero pese a ello, el boicot continuaba, dos semanas después de iniciado, el cine Alcázar bajó sus ventas de 800 billetes diarios a 224, el Majestic de 800 a 189, el Olimpia de 2000 a 1300, el Lux de 900 a 180, el Parisiana de 800 a 129, el Royal de 700 a 223. En esa primera quincena de puro boicot, se devolvieron al gobierno 8000 placas de automóviles, lo que suponía 96000 pesos bimestrales menos en las entradas del gobierno, y 8000 pesos diarios en el consumo de gasolina.
Del Banco de México fueron retirados $7000,000 de depósitos en la primera semana de boicot, y de $3000,000 en la segunda. Con estos datos estadísticos tomados de la revista America de Nueva York y los boletines de la Liga, puede verse la "pequeña" importancia del boicot.

Ante este, Calles, lejos de rendirse, decidió aumentar el fuego anticatólico. Ya no había culto público, pero sí lo había privado, y aunque ni la Constitución ni la misma Ley Calles prohibían el culto privado; con lujo de tiranía inició el gobierno callista la persecución sistemática contra el culto privado, con lo que pasamos al siguiente punto.


-Feroz persecución contra los católicos: Cuando lee uno detalladamente todo el asunto de la Persecución Religiosa que hubo en esos años en México, da la impresión de estar leyendo una crónica de las persecuciones contra los cristianos orquestadas por emperadores de la antigua Roma, un Nerón, un Domiciano, un Adriano, etc., o bien de la sanguinaria Revolución Francesa. En esta dictadura revolucionaria, ateísta, ser cristiano viene a ser un crimen contra el Estado, el cual olvida sus deberes y abusa de su poder en un intento desesperado de suprimir el catolicismo de México.
¡La Iglesia, que ha durado 20 siglos sin derrumbarse, pese a todos sus enemigos, y ahora Calles quiere destruirla!

Viene pues, la persecución: El 10 de enero de 1927 fue aprehendido y desterrado el obispo de Tabasco Pascual Díaz, sin que el gobierno diera motivos de esa medida. Fueron expulsados también Mons. José Mora y del Río y Mons. Leopoldo Ruiz Flores, con un grupo de prelados. Mons. Mora narra la entrevista que tuvieron, previa a su destierro, con el Secretario de Gobernación, ing. Adalberto Tejeda:

TEJEDA.- Ustedes son los directores de la revolución contra el Gobierno, y por su silencio después de la pastoral del arzobispo de Durango, en que se declara que los católicos seglares tienen el derecho de defenderse con las armas en la mano, son Uds. culpables de la revolución.

MONS. MORA.- El Episcopado no ha favorecido ninguna revolución. Lo único que ha hecho es declarar que los católicos seglares tienen el innegable derecho de defender por la fuerza los sagrados derechos que no pueden proteger por medios pacíficos.

TEJEDA.- Eso es rebelión.

MONS. MORA.- Eso no es rebelión, sino legítima defensa contra una injusta tiranía.

TEJEDA.- Contra una autoridad legal.

MONS. MORA.- En cuanto a la autoridad del Gobierno, todo el mundo sabe cuál fue la legalidad de las elecciones que lo elevaron al poder.

TEJEDA.- No es tiempo de discutir.

Todo los prelados desterrados lograrían regresar, excepto precisamente Mons. Mora, quien falleció en el destierro.
También intentó el gobierno apoderarse de Mons. Francisco Orozco Jiménez, arzobispo de Guadalajara, quien permaneció al margen del movimiento cristero.
Ninguna ley en México prohibía el culto privado, y sin embargo, la tiranía callista se consagró a catear domicilios privados, en busca de sacerdotes y culto realizado en casas particulares, enviándose a todos los "culpables" a los sótanos de la Inspección de Policía, que eran húmedas mazmorras, reducidas y malolientes.
Violaciones a la justicia, violación de amparos, el propio general Roberto Cruz, jefe de la policía, dando un latigazo en el rostro a una dama católica (!!!) Personalmente no puedo menos de agradecer a Dios que me haya tocado una época de paz y de libertad, donde creer en Dios no es delito. Pero por mis convicciones, por mis deberes de católico confirmado, que si hubiera yo nacido en aquella época -o si me viera en otra similar-, participaría con todas mis energías físicas, morales y mentales, en combatir el odioso régimen anticatólico de aquellos que con pavorrealesca ostentación, se enorgullecían de llamarse "revolucionarios".

De los peores destinos para los católicos arrestados, eran las Islas Marías. A 112 km. de las costas de Nayarit, existe este archipiélago, formado por cuatro islas: María Madre, María Cleofás, María Magdalena y San Juanito. En la isla María Madre existía desde la época porfirista un penal para los peores criminales del país. De los que estuvieron allí quedan testimonios, entre ellos algunos recogidos por Aquiles Moctezuma en El conflicto religioso... tomo 2, pags. 448-450. Eran obligados a trabajar hasta el agotamiento, cargando adobes, componiendo caminos, con poca comida, mal alojamiento, poca ropa, golpeados constantemente, y forzados a asistir a pláticas donde se insultaba soezmente a Cristo y a la religión católica.
¡Eso es lo que dan quienes prometían justicia, tolerancia y libertad para el pueblo!

El 15 de agosto de 1926 fueron asesinados un sacerdote y unos jóvenes de una asociación dependiente de la A.C.J.M., sin mayor pretexto que el de ser católicos.
En febrero de 1927 fue capturado el p. Mateo Correa en Zacatecas. Supieron que llevaba entre sus ropas la hostia consagrada para un moribundo. No obstante, él se negó a entregarla y logró ocultarla. El general Eulogio Ortiz lo llevó prisionero, ordenándole que confesara a otros prisioneros. Cuando terminó la confesión, Ortiz quiso obligar al p. Correa a violar el secreto de Confesión, exigiendo saber lo que le habían dicho los reos, a lo que se negó rotundamente el sacerdote.
-¡Lo voy a fusilar!-amenazó Ortiz.
-Puede hacerlo-respondió el p. Mateo.- Un sacerdote no viola JAMÁS el secreto de Confesión.
Y fue fusilado, junto con los demás prisioneros.

Lo mismo pasó en marzo de 1928 en un pueblito michoacano, donde un anciano franciscano fue fusilado por haber dicho que -desde la emisión de la Ley Calles-, había celebrado cuantas misas había podido.
El 21 de julio de 1926, en la ciudad de Puebla, el militar Amaya entró a una tienda perteneciente al anciano José García Farfán, quien tenía en la vitrina de su aparador un letrero con la leyenda "Viva Cristo Rey". Amaya exigió al anciano retirar la hoja. Farfán se negó y fue agredido por el militar, pero el anciano se defendió, logrando descontrolarle la pistola y casi devolverle el tiro. Fue llevado a la prisión militar, y al día siguiente pasado por las armas.
-¡A ver cómo mueren los católicos!-se burló un soldado, antes de disparar.
-Así-replicó Farfán.- Y extendiendo los brazos gritó a todo pulmón: ¡Viva Cristo Rey!

Ya estudiamos en el capítulo de la Guerra Cristera el bárbaro asesinato de Anacleto González Flores, luego de ser torturado.
Ejemplos como ese hay muchos, pero vamos a postergarlos para el capítulo correspondiente al Maximato, cuando ya había muerto Obregón y era Calles el "Jefe Máximo" de la Revolución.

Ahora dentro de esos ejemplos de víctimas de la Persecución, vamos a detenernos en uno muy especial, por sus características y la soberana injusticia de que hizo gala el gobierno de Calles: el caso del p. Miguel Agustín Pro.



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