José María Robles Hurtado

Hijo de Antonio Robles y Petronila Hurtado. Fue bautizado el mismo día de su nacimiento. Recibió la confirmación el 10 de marzo de 1896. Hizo su Primera Comunión el 12 de septiembre de 1896. Inició sus estudios en la escuela oficial y continuó su instrucción primaria en la escuela parroquial. Pero la mayor influencia educativa la recibió en su hogar, sobre todo de su madre, mujer profundamente cristiana.
En 1900 ingresó al Seminario de Guadalajara. En 1904 estuvo a punto de dejar el Seminario al sufrir varias enfermedades y pretextando pueriles penalidades; pero sus padres, con amor y energía, le hicieron recapacitar en la sublimidad de su vocación, y al practicar unos ejercicios espirituales se afianzó en su vocación. Uno de los males que lo aquejaban, eran fuertes dolores de cabeza, por vista cansada, que desaparecieron al adaptarle los lentes, que usó por el resto de su vida.
Sus compañeros lo apodaron el loco del Sagrado Corazón. Un deseo vehemente por divulgar el amor de Dios a los hombres lo llevó a cultivar una espiritualidad centrada en el Sagrado Corazón de Jesús. Luego de haber sido ordenado presbítero en 1913, fundó en Nochistlán, Zacatecas, el Instituto de Religiosas Víctimas del Corazón Eucarístico de Jesús (hoy Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado).


Asimismo, encendió el entusiasmo y la devoción al Sagrado Corazón de Jesús entre los vecinos de Tecolotlán, a donde fue nombrado párroco en diciembre de 1920.
El 11 de enero de 1923 fue colocada la primera piedra del monumento a CRISTO REY en el cerro del Cubilete, Gto., hoy montaña de Cristo Rey, centro geográfico de la República Mexicana. En toda la nación los católicos mexicanos se unieron en espíritu a los millares de peregrinos que asistieron a la solemnidad.

Quiso el Padre José María Robles que su "Cubilete" fuera la loma oriente de Tecolotlán y que aquí sus feligreses hicieran la misma proclamación de Jesucristo como Rey de nuestra nación. Convocó a todos los señores Párrocos de la entonces 15ª. Vicaría Foránea.

Como parte de los preparativos para tan solemne ocasión mando fijar en las puertas y ventanas de los hogares los siguientes 

Si como Rey mi Patria te proclama
Es, corazón dulcísimo, que te ama,
Corazón de Jesús, Tú solo impera
En mi Patria afligida; que en ti espera.
Enero 11 del año 23,
Jesús, dijo mi Patria ¡Mi Rey es!
¡Viva Jesús el Rey de los amores!
Sean para Él, de México las flores.
Corazón de Jesús, dulce esperanza,
En mi suelo tu imperio es venturanza.






Con diversos actos y misas se celebró en Tecolotlán tan memorable fecha. Uno de ellos fue la colocación de unas placas de mármol en la nueva Cruz de cantera erguida en la cima de "La Loma", cercana a Tecolotlán. La placa de la parte superior de la Cruz dice: "¡Viva Cristo Rey"; la de la inferior: "Enero 11 - 1923"; la del brazo derecho : "Tecolotlán del"; y la del izquierdo: "Corazón Divino".

El Padre José María Robles empleó todos los legítimos medios para obtener el triunfo de sus ideas pacíficamente. En su Hojita Semanaria "La Luz del Hogar" publicó una poesía de su inspiración llamada "Imposible", composición que motivó dieran contra él la orden de aprehensión, orden que por entonces no se llevó a efecto por el disimulo de las autoridades locales.
Agotados todos los recursos legales y pacíficos, algunos católicos recurrieron a las armas en legítima defensa contra la injusta tiranía. El movimiento armado brotó espontáneamente en muchas partes, y fue adquiriendo importancia desde fines de 1926.

El Episcopado Mexicano que había desaprobado el recurso de las armas, reconoció al fin la licitud de su empleo. Entonces el Padre José María Robles, en sus pláticas, escritos y sermones, nunca dejó de subrayar la licitud de la defensa armada, ante la ineficacia de los medios pacíficos. Puede decirse que fue un "simpatizador cristero".
Así lo demostró cuando en presencia de casi todo el pueblo, el 11 de enero de 1927, aniversario de la proclamación de CRISTO REY en el Cubilete, se celebra una Hora Santa en "La Loma", en donde se reúnen algunos pelotones de futuros cristeros. Ahí les entrega una bandera con la Virgen de Guadalupe, y les habla y los entusiasma a dar la vida por Cristo en defensa de la Fe.
 Una fotografía de la escena, caída en manos imprudentes servirá después como pieza acusatoria contra el Padre José María Robles.





Ante la suspensión del culto público, consagró su parroquia al Corazón de Jesús, colocando, como signo visible, una cruz en el promontorio conocido como La Loma. 
Los agentes gobiernistas consideraron ese acto como un desafío y le tendieron un cerco.
Con motivo de la persecución religiosa tuvo que ocultarse en el domicilio particular de la familia Agraz. Puesto que el Gobierno Federal le había declarado una persecución más severa desde que colocó la Cruz en "La Loma", considerando este hecho como un delito.
Desde su refugio, se mantenía al tanto de la salud espiritual de sus feligreses y oraba intensamente por la paz en México. 
El 17 de enero de 1927, el capellán de Tamazulita, Padre Jenaro Sánchez (ahora Santo Mártir) es ahorcado en "La Loma". El Padre José María Robles se conmovió hasta las lágrimas por la muerte de su fiel colaborador, y dijo: "enseguida me toca a mí".
Después del 26 de febrero de 1927, cuando se le comunicó que existía una orden de aprehensión contra los clérigos, sus amigos le suplicaron huir, pues aumentaron las hostilidades en contra de los católicos; sin embargo no hizo caso de la recomendación. Al conocer la orden dada por Gobernación para que fueran aprehendidos los sacerdotes, exclamó lleno de fe: "Estamos en las manos de Dios".
En la madrugada del 25 de junio de 1927, se disponía a celebrar la santa Misa cuando llegaron los soldados y sitiaron la casa de la familia Agraz, luego entraron a catearla por orden expresa del Coronel Calderón, quien había recibido telegráficamente esta orden:
"Procédase con todo rigor en contra del cura rebelde"

Cuando se disponía a celebrar la Misa, fue aprehendido.
En cuanto los vecinos se enteraron del arresto de su párroco, agotaron las instancias legales para garantizarle la vida, sin resultados favorables.
Los soldados lo condujeron al cuartel de los agraristas donde pasó el resto del día y parte de la noche. Se iniciaron algunas diligencias ante los jefes militares para lograr su libertad pero fueron rechazadas hasta con groserías.
En la noche un grupo de jovencitas lograron acercarse a la prisión y recibieron, por conducto de los vigilantes, su breviario en donde venían unos versos en honor del Sagrado Corazón y de la Santísima Virgen. Era una última manifestación de su gran amor al Corazón de Jesús y la aceptación gustosa del martirio:

Quiero amar tu corazón,




Jesús mío, con delirio,
quiero amarte con pasión,
quiero amarte hasta el martirio.

Con el alma te bendigo,
mi sagrado corazón.
Dime: ¿se llega el instante
de feliz y eterna unión?

Tiéndeme, Jesús, los brazos,
pues tu "pequeñito soy";
de ellos, al seguro amparo,
a donde lo ordenes, voy.

Al amparo de mi Madre
y de su cuenta corriendo
yo, su "pequeño" del alma,
vuelo a sus brazos sonriendo.
Un padre que espera a sus hijos todos allá en el Cielo



La justicia federal le concedió un amparo dentro de la jurisdicción de Tecolotlán, por lo que se decidió quitarle la vida en los linderos de la municipalidad vecina, y durante la media noche, atado de manos, fue obligado a recorrer el camino de la sierra. Cuando llegaron a las inmediaciones del poblado de Quila y los agraristas se disponían a ejecutarlo, el Padre Robles pidió unos minutos y arrodillado hizo una última oración; al incorporarse bendijo su parroquia y en voz alta perdonó y bendijo a sus verdugos. A fin de evitar que se mancharan las manos con su muerte, él mismo tomó la soga, la bendijo, la besó y se la echó al cuello. El cadáver fue abandonado al pie del árbol y sepultado por empleados de una carbonera, quienes no identificaron al párroco.


El 26 de junio de 1932, con autorización del que fuera su condiscípulo en el Seminario, el entonces Obispo Auxiliar de Guadalajara, Don José Garibi Rivera, los restos del mártir pasaron de Quila al Templo Expiatorio. Actualmente las reliquias de este apóstol del Sagrado Corazón de Jesús se veneran en el noviciado de las Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado. Ubicada en la calle Churubusco 366, Sector Libertad, de la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Ahí mismo se puede visitar un Museo dedicado en su honor, donde se explica de manera detallada su vida y su obra; también se pueden observar algunos de sus escritos originales,  admirar muchas fotografías de él, de su familia, de los lugares donde vivió y algunas de sus pertenencias: ropa, muebles y diversos objetos dedicados al culto sagrado que él usó durante su vida.

SU OBRA

Causa admiración el que a los 29 años tenga el Padre José María Robles tal sensatez espiritual para dar el enfoque fundamental de su obra: el Instituto Religioso. Indica en pocas palabras el fin principal de la Congregación:

"Amar, reparar y servir habitualmente al Corazón de Jesús en la Eucaristía. Aceptar gustosamente todos los sacrificios, aún el de la propia vida, por extender el reinado de amor del Corazón de Jesús y por la salvación de las almas. Trabajar únicamente por el Corazón de Jesús, en todas aquellas obras en que esté de por medio su gloria y la caridad para nuestros hermanos, por ejemplo: escuelas, catequesis, hospitales, asistencia de enfermos, asilos, etc.".

Sus ansias por la realización de su proyecto, se deducen por sus escritos:

"Considero no tener mayor felicidad que la de entregar muchas almas al Corazón divino. Nuestra fundación es mi idea capital, la dulce esperanza que alienta mi pecho, y el fin de mi vida sacerdotal."

Después de su martirio las noticias desalentadoras pululaban por doquier: "La Obra del Padre Robles, muere…". Dispersas las Religiosas, obedeciendo prudentísima orden de recogerse con sus familias, esperaban y oraban…

Su Obra la confió a Dios y a la Santísima Virgen: no morirá, imposible perecer…

"No os engaño, siento íntimamente que vuestra Congregación es Obra del Corazón Eucarístico de Jesús, y que subsistirá si respondéis a las divinas exigencias, y dará copiosos y perennes frutos".

La formal aprobación diocesana de la fundación fue dada el 11 de julio de 1933, por el Arzobispo Orozco y Jiménez, autorizado a su vez por la Sagrada Congregación de Religiosos de Roma, seis años después del martirio de San JOSE MARIA ROBLES.

La Congregación creció rápidamente. Las bases de su expansión han sido, de una parte el que ofrece un camino a la santidad personal y, de la otra, el que para lograr dicha santidad se apoya en un apostolado muy humano.

Enfermos, huérfanos, ancianos, pobres, ignorantes, así como niños y jóvenes deseosos de aprender, encuentran en las "Hermanas del Corazón de Jesús Sacramentado" un apoyo sólido y cariñoso, ya sea para aliviar su dolor o en sus deseos de crecer en sabiduría y santidad.





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