viernes, 16 de septiembre de 2011

UN CRISTERO ESPAÑOL


Francisco Indart, militar español que en su juventud defendió la posesión hispana de Cuba contra los Estados Unidos, viniendo después a México en donde vivió del producto de una pequeña industria, se estableció en la ciudad de Colima, en la que se alistó en las filas de la L.N.D.L.R., comprometiéndose a ayudar a los Cristeros de Colima, cuyo iniciador, Dionisio Ochoa, le pidió su colaboración, respondiéndole él: “Mire joven, tratándose de una causa tan digna estamos dispuestos a trabajar. De mi persona y de mis hijos disponga inmediatamente”.
Fue hecho prisionero por ayudar al Ejercito Nacional Libertador y fusilado en la misma ciudad de Colima, el 5 de junio de 1928, diciendo frente al pelotón asesino:
“Sabed que la sangre que vais a derramar en estos momentos, no es sangre mexicana, es sangre española; mas gustoso la derramo por la Santa Causa de Jesucristo mi Dios y mi Rey, y de Santa María de Guadalupe y por el bien de México, mi Patria chica. Quiera el cielo aceptar mi sangre en expiación de los pecados de ésta Nación. Ojalá mi sangre fuese la última que se derramase por la Santa Causa a quien vosotros blasfemáis. Mi sangre hablará a España, mi Patria, diciéndola: ¡Oh España, Patria mía! A ti me vuelvo en mis últimos momentos; la sangre que me diste la derramé por México, porque mis hijos, que quedan huérfanos, moran en él, y quise derramarla porque él tiene sed de justicia, y tú como madre mía que eres, ayudarás a que no quede burlada y pronto, muy pronto, queden aplastados los traidores. Tú reclamarás mi vida; más no ante México, sino ante estos malos mexicanos, traidores a su Dios a quien persiguen y a su Patria a quien deshonran. ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Santa María de Guadalupe! ¡Muera ante Dios y ante los hombres, el mal gobierno de México!

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