lunes, 7 de junio de 2010

27 de julio de 1929





Venerables hermanos: Mientras el clero fue rebelde a las instituciones
y leyes del gobierno de la República, estuve en el deber de combatirlo
como se hiciese necesario... ahora, queridos hermanos, el clero ha
reconocido plenamente al Estado y ha declarado sin tapujos que se somete
estrictamente a las leyes... La lucha no se inicia, la lucha es eterna.
La lucha se inició hace veinte siglos. De suerte, pues, que no hay que
espantarse: lo que debemos hacer es estar en nuestro nuevo puesto, no
caer en el vicio en que cayeron los gobiernos anteriores... que
tolerancia tras tolerancia, y contemplación tras contemplación, los
condujo a la anulación absoluta de nuestra legislación. Lo que hay que
hacer, pues es estar vigilantes. Los gobernantes y los funcionarios
públicos, celosos de cumplir la ley y de hacer que se cumpla. Y mientras
esté yo en el gobierno, ante la Masonería yo protesto que seré celoso de
que las leyes de México, las leyes constitucionales que garantizan
plenamente la conciencia libre, pero que someten a los ministros de las
religiones a un régimen determinado; yo protesto, digo, ante la
Masonería que mientras yo esté en el gobierno se cumplirá estrictamente
con la legislación.
En México, el Estado y la Masonería en los últimos años han sido una
misma cosa: dos entidades que marchan aparejadas, porque los hombres que
en los últimos años han estado en el poder han sabido siempre
solidarizarse con los principios revolucionarios de la Masonería




Del discurso pronunciado por el Presidente de México, Emilio Portes
Gil, el 27 de julio de 1929 ante los líderes de la Masonería, tras la
firma de los Arreglos que pusieron fin al levantamiento cristero



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